La escritura uncial, que en algunas páginas está organizada en un diseño conocido como Carmina Figurata (poemas en figuras), las miniaturas de los evangelistas y el uso de pergamino púrpura emulan el esplendor de los manuscritos imperiales de la última parte de la Antigüedad. Tres de las hojas están mutiladas: si bien les falta la mitad o la mayor parte del contenido, el texto está intacto. En su estado original, el manuscrito debe de haber tenido al menos otras cinco hojas o más. Al principio, hay una hoja de cortesía, que tal vez se haya agregado después de la época medieval. Sin embargo, falta la hoja de cortesía del final.
Según una inscripción anglosajona del siglo IX, el Codex Aureus quedó en posesión de los vikingos después de una redada, pero fue restituido a la Catedral de Canterbury alrededor de un siglo después. Se supone que, posteriormente, el códice se conservó en la Catedral de Canterbury durante toda la Edad Media. Se desconoce su historia posmedieval hasta casi el final del siglo XVII. En 1690, Johan Gabriel Sparwenfeld (1655-1727), enviado sueco y distinguido lingüista y filólogo, adquirió el manuscrito, de la famosa biblioteca de Gaspar de Haro, séptimo marqués del Carpio (1629-1687), en Madrid. En 1705, Sparwenfeld donó el Codex Aureus a la Biblioteca Nacional de Suecia.