DESCRIPCIONES DEL UNICORNIO


Un Unicornio aparece grabado en el Obelisco Negro de Salmanasar III, en el que aparece retratado entre otros animales comunes. El obelisco está en el British Museum. 


La beata Anna Katharina Emmerick, en sus visiones, ve al unicornio entre los animales antidiluvianos y tambien dentro del Arca de Noé. Lo describe así:

"Son grandes como un potro, tienen piernas delgadas, pueden subir muy alto y recogiendo las patas se sostienen en un pequeño espacio. Se despojan de sus uñas como de cortezas o de zapatos, porque he visto de esas uñas dispersas en varias partes. Tienen crines largas y amarillentas. En torno al cuello penden crines más densas y largas, que forman como una corona. Estos animales llegan a gran vejez. Llevan sobre la frente el único cuerno: he visto que es del largo de un codo y curvado hacia atrás. En ciertos tiempos fijos pierden y mudan aquel cuerno, que es buscado y conservado como cosa preciosísima. Son muy tímidos y no es posible llegarse cerca de ellos. Por otra parte, son benévolos y pacíficos los unos hacia los otros y aún con los animales de índole mala. Los machos y las hembras van generalmente separados, y sólo se juntan en determinadas épocas. Son muy reservados y tienen poca prole. Es dificilísimo verlos y cazarlos, porque viven escondidos detrás de otros animales… Debe ser uno de los animales más puros, pues todos los demás tienen profundo respeto hacia él. Donde él se apacienta y donde bebe desaparece todo elemento venenoso".

Cuenta Ctesias de Tiro, médico de Artajerjes Mnemón, en el -398, escribe:

"Hay, en la Persia, ciertos asnos tan grandes como los caballos o más grandes aún. Sus cuerpos son blancos y sus ojos azul oscuro. Tienen un cuerno en la frente de un pie y medio en longitud. El polvo macerado de este cuerno se administra en una poción como protección contra las drogas mortales. La base del cuerno es blanco puro, la parte superior es afilada y de un rojo vívido; y el resto, o la porción media es negra. Aquéllos que beben en vasos hechos con estos cuernos no están sujetos a convulsiones o la enfermedad santa. De hecho, ellos incluso son inmunes a los venenos si, o antes de o después de tragarlos, beben vino nada más de estas copas. Todos los animales cuentan con cascos sólidos. El hueso del tobillo, el más bonito que yo haya visto alguna vez, tiene la apariencia del buey: Es tan fuerte como la primacía, y su color es parecido al del cinabrio. El animal es sumamente veloz y poderoso, y ninguna criatura, caballo ni cualquier otro animal, puede darle alcance".

El Unicornio adopta el nombre de Ekasringa, un avatar de Krishna, un jabalí con un solo cuerpo que aparece desde el fondo de océano, en el Mahabharata, escrito hacia el -2000 y que narra hechos acaecidos entre el -3200 y el -3100. En la Epopeya de Gilgamesh puede leerse:

<< Tú has hecho que haya un búfalo impetuoso en Uruk-el Redil.  
El no tiene rival y enhiestas están sus armas... >>

que los eruditos atribuyen al Uro, aunque es más probable que se trate de un Unicornio.

En El Libro de los Seres Imaginarios, Jorge Luis Borges amplía nuestro conocimiento sobre este cuadrúpedo fantástico:

<< El orientalista Schrader, hacia 1892, pensó que el Unicornio pudo haber sido sugerido a los griegos por ciertos bajorrelieves persas, que representan toros de perfil, con un solo cuerno.

En las Etimologías de Isidoro de Sevilla, redactadas a principios del siglo VII, se lee que una cornada del Unicornio suele matar al elefante; ello recuerda la análoga victoria del Karkadán (rinoceronte), en el segundo viaje de Simbad. Otro adversario del Unicornio era el león, y una octava real del segundo libro de la inextricable epopeya The Faerie Queene conserva la manera de su combate. El león se arrima a un árbol; el Unicornio, con la frente baja, lo embiste; el león se hace a un lado, y el Unicornio queda clavado al tronco. La octava data del siglo XVI; a principios del XVIII, la unión del reino de Inglaterra con el reino de Escocia confrontaría en las armas de Gran Bretaña el Leopardo (león) inglés con el Unicornio escocés.

En la Edad Media, los bestiarios enseñan que el Unicornio puede ser apresado por una niña; en el Physiologus Graecus se lee:

"Cómo lo apresan. Le ponen por delante una virgen y salta al regazo de la virgen y la virgen lo abriga con amor y lo arrebata al palacio de los reyes".

Una medalla de Pisanello y muchas y famosas tapicerías ilustran este triunfo, cuyas aplicaciones alegóricas son notorias. El Espíritu Santo, Jesucristo, el mercurio y el espacio sideral han sido figurados por el Unicornio. La obra de Jung Psicología y Alquimia (Zurich, 1944) historia y analiza estos simbolismos. >>

Pisanello: Medalla de Cecilia Gonzaga: Inocencia y Unicornio en un paisaje a la luz de la Luna (1447).

La serie que ven más abajo se corresponde con una serie de seis tapices del siglo XV agrupados bajo el título "La Dama y el Unicornio". La iconografía de cinco de los tapices se interpreta generalmente como una representación de los cinco sentidos - vista, gusto, oído, olfato y tacto-. El sexto muestra las palabras À mon seul désir ("a mi sólo deseo"). El significado del tapiz es oscuro, pero se ha interpretado que representa el amor o la comprensión. Cada uno de los seis tapices muestra a una dama noble y a un unicornio a su izquierda y un león a su derecha; algunos incluyen en la escena a un macaco. Los banderines, así como la armadura del unicornio y el león en el tapiz lucen las armas de Jean Le Viste, un poderoso noble en la corte del rey Carlos VII.








Rainer María Rilke describe de esta forma tan untuosa, en "Los Cuadernos de Malte Laurids Brigge", el primero de la serie, "A mon seul desir":


<< Aquí hay tapicerías, Abelone, tapicerías. Me imagino que estás aquí; hay seis tapicerías; ven, pasemos lentamente ante ellas. Pero primero da un paso hacia atrás y míralas todas a la vez. Qué tranquilas son ¿verdad? Tienen poca variedad. Aquí está siempre esta isla azul y ovalada, flotando sobre el fondo discretamente rojo, florido y habitado por animalitos ocupados de sí mismos. Solamente, en el último tapiz, la isla sube un poco, como si se hubiese hecho más ligera. Tiene siempre una forma, una mujer con vestidos diferentes, pero siempre la misma. A veces hay a su lado una figura más pequeña, una acompañante, y siempre hay animales heráldicos: grandes, que están en la isla, que forman parte de la acción. A la izquierda un león, y a la derecha, en claro, el unicornio; llevan los mismos estandartes que suben, por encima de ellos: de gules con banda de azur y tres lunas de plata. ¿Has visto? ¿Quieres comenzar por el primero?

Ella alimenta un halcón. ¡Mira su vestido suntuoso! El pájaro está sobre su mano enguantada, y se mueve. Ella lo mira y al mismo tiempo, para darle algo, mete la mano en una copa que le trae la sirvienta. Abajo, a la derecha, sobre su cola, está un perrito, de pelo sedoso, que levanta la cabeza y espera que se acuerden de él —¿has visto?—, una rosaleda baja encierra la isla por detrás. Los animales se enderezan con un orgullo heráldico. Las armas de su señora se repiten en sus manteletas sostenidas por un hermoso broche. Y flotan.

No se acerca uno, a pesar suyo, más silenciosamente a la otra tapicería hasta que se ha visto la profundamente absorta que está en sí misma la mujer. Trenza una corona, una coronita redonda de flores. Pensativa, escoge el color del próximo clavel, en la bandeja plana que le tiende la sirvienta, anudando el que le precede. Detrás de ellas, sobre un banco, hay un cesto de rosas que un mono ha descubierto. Pero es inútil: esta vez son claveles lo que hace falta. £1 león no toma parte; pero a la derecha el unicornio comprende.

¿No sería necesario que hubiese música en este silencio? ¿No está ya secretamente presente? Grave y silenciosamente adornada, la mujer ha avanzado —con qué lentitud, ¿verdad?— hacia el órgano portátil, y toca de pie. Los tubos la separan de la criada, que, del otro lado del instrumento, hace funcionar los fuelles. Nunca la he visto tan bella. Extraña es su cabellera: reunida delante, en dos trenzas anudadas encima de la cabeza, y se escapa del nudo como un corto penacho. Contrariado, el león soporta los sonidos, a disgusto, conteniendo su deseo de rugir. Pero el unicornio es hermoso como agitado por olas.

La isla se ensancha. Se ha levantado una tienda. Damasco azul flameado de oro. Los animales la abren y, casi sencilla en su vestido principesco, ella avanza, pues ¿qué son sus perlas a su lado? La criada ha abierto un estuche pequeño, y ahora saca una cadena, una pesada y maravillosa joya que había estado siempre encerrada. El perrito está sentado cerca de ella, subido en un sitio que le han preparado, y mira. ¿Has descubierto el verso encima de la tienda? Puedes leer: «A mon seul désir».

¿Qué ha sucedido? ¿Por qué el conejito salta hacia abajo, por qué se ve inmediatamente que salta? ¡Todo está tan turbado! El león no puede hacer nada. Ella misma tiene el estandarte. ¿O es que se agarra a él? Con la otra mano toca el cuerpo del unicornio. ¿Es un duelo? ¿El duelo puede permanecer así de pie? Y un vestido de luto ¿puede ser tan mudo como este terciopelo negro-verde, ajado por algunos sitios?

Pero ahora viene una fiesta; nadie está invitado. La espera no desempeña ningún papel. Todo está aquí. Todo para siempre. El león se vuelve, casi amenazador; nadie tiene derecho a venir. Nunca la hemos visto fatigada; ¿está fatigada? ¿O solamente está descansando porque lleva un objeto pesado? Se diría una custodia. Pero ella pliega su otro brazo hacia el unicornio y el animal se encabrita, halagado, y sube y se apoya en su regazo. Lo que ella tiene es un espejo. Ves: muestra su imagen al unicornio.

Abelone, me imagino que estás aquí. ¿Comprendes, Abelone? Pienso que debes comprender. >>